MAFFESOLI, MICHEL
Un largo período parece acabarse, aquel donde las interrogaciones del presente debían encontrar su respuesta en el futuro. Aquel donde la cuestión principal era preparar el porvenir, programar la economía y la sociedad a largo plazo. Mientras que en el drama moderno encontramos la pretensión optimista de la totalidad -del sujeto, del mundo, del Estado-, en lo trágico posmoderno hay preocupación por la "enteridad", que induce a la pérdida del pequeño yo en un Sí más vasto: el de la alteridad, natural o social. Si el narcisismo individualista es dramático, la primacía de lo tribal es trágica.
Hoy se asiste a lo que se puede llamar el retorno del destino, que se expresa bajo la forma de lo imprevisible y del presente puro. Esta nueva intensidad del instante explota hacia todas las direcciones: desde los videoclips hasta los juegos informáticos, desde las manifestaciones deportivas hasta las fiestas tecno, pasando por la ecología, incluso la astrología. Un universo de rituales, placeres e imaginarios compartidos sustituye a la ideología del progreso centrada en el individuo atomizado: un verdadero reencantamiento del mundo que pasa por la fiesta y por otra relación con el entorno. La ética que nace de esta sociedad nueva no puede ser otra que la de la tragedia: aquella del consentimiento de la plenitud del instante y de la aceptación lúcida de lo efímero.