LE BRETON, DAVID
Los paréntesis de silencio saboreados en distintos momentos de la existencia, yendo al campo o al monasterio, al desierto o al bosque, o simplemente al jardín o al parque, aparecen como una renovación, como un tiempo de descanso antes de volver al ruido, en sentido propio y figurado, característico de una inmersión en la civilización urbana. El silencio libera del peso de ser uno mismo, siempre disponible y en estado de alerta, proporciona una sensación intensa de existir. Marca un momento de sobriedad que permite hacer un balance, encontrar los puntos de referencia, restablecer una unidad interior, tomar una decisión difícil. Depura los problemas y devuelve la disponibilidad, allana las dificultades en las que se debate el individuo.