SÁNCHEZ-OSTIZ, MIGUEL
Pío Baroja se puso en escena con un empeño y una constancia tales que invitan a seguir con entusiasmo sus pasos en esas sendas entrecruzadas de su obra, que es en realidad una fuente inagotable de episodios vividos por él mismo, es decir, su autobiografía. El suyo es un colosal fresco en el que abundan los alter ego y contrafiguras. De Silvestre Paradox al crepuscular Xavier Arias Bertrand, pasando por su atormentado Andrés Hurtado, todos encarnan los pasos dados por el propio Baroja, ya sea en la Pamplona finisecular, la que al anochecer jugaba a ciudad medieval, en el Madrid de los cafés de 1900, de la facultad de Medicina, el de la bohemia y el hampa de los desmontes y la cuevas, o en París, Londres o Roma, destinos de sus viajes al extranjero. Los de esos personajes, alter ego apenas enmascarados, son caminos que se cruzan y entrecruzan hasta el final de sus días, los de la expatriación azacaneada durante la Guerra Civil y los del regreso a la patria, cuando, con dificultad, un Baroja que se apaga monta la escena de Las veladas del chalet gris. Fueron ellos los encargados de escribir la autobiografía que Baroja no escribió y quienes más se acercaron a la persona que el personaje ocultaba. En consecuencia, Pío Baroja, a escena.
Miguel Sánchez-Ostiz (Pamplona, 1950), poeta, narrador, ensayista y articulista de prensa desde 1977. Entre sus novelas cabe destacar Los papeles del ilusionista (1982), El pasaje de la luna (1984), Tánger Bar (1984), La gran ilusión (1989, Premio Euskadi de Literatura y Premio Herralde de novela), Las pirañas (1992), No existe tal lugar (1997, Premio Nacional de la Crítica), La flecha del miedo (2000), La nave de Baco (2004), El piloto de la muerte (2005), La calavera de Robinson (2006), El escarmiento (2013) y El botín (2015), Perorata del insensato (2015), Diablada (2018) y Moriremos nosotros también (2020). Autor así mismo de obras misceláneas como las crónicas de viaje La isla de Juan Fernández (2005), Cuaderno boliviano (2008), Chuquiago, deriva de La Paz (2017), Cirobayesca boliviana (2018) y Peatón de Madrid; y de una serie de diarios y dietarios, que se comenzaron a publicar en el año 1986, como La negra provincia de Flaubert (1986), La casa del rojo, Liquidación por derribo y Rumbo a no sé dónde (2018). En el año 2001, publicó toda su obra poética hasta esa fecha, con el título La marca del cuadrante. Solo en 2017 apareció Fingimientos y desarraigos, seguido de El piano de Hölderlin. Derrotero de Pío Baroja (2000), Opiniones y paradojas (2000), Tiempos de tormenta (2007), la edición y estudio de la novela inédita Miserias de la guerra (2006), Otoñal y barojiana (2021), son, junto a esta edición, parte de sus contribuciones al estudio de la obra de Pío Baroja. Mantiene el blog Vivir de buena gana https://vivirdebuenagana.wordpress.com