MOLINA, CÉSAR ANTONIO
¿Se acaban pareciendo las ciudades a quien las pensó, las imaginó o las escribió? Lima arrastra la tristura de su cielo plomizo, que ha impregnado en sus poetas un halo de melancolía; pero si su cielo nos regala pocos matices, su prodigiosa literatura se ha encargado de sacarle brillo a una de las ciudades más hermosas y apasionantes de la América Latina. Un viajero recorre los pliegues de sus calles y reconoce en sus conventos, sus rincones y balcones, sus barrios y librerías a la variopinta humanidad que trazó sus perfiles citadinos, los que la hacen única. Es tradición que los poetas se recreen en su supuesta tristeza, pero en Lima ya no hay lágrimas, sino vida, buen arte y mucha poesía. El corazón limeño es el del propio país, por eso los grandes bardos y escritores peruanos de todos los tiempos la han tenido tan presente. La capital de Perú es ahora una asombrosa metrópoli que mira al futuro cargada de vitalidad y buena escritura.