SIMÓN PARTAL, ALEJANDRO
La antología poética de Alejandro Simón Partal, uno de los autores más relevantes del momento. Esta primera antología de la poesía de Simón Partal es una gran fiesta, una esperada rave en la arena, junto a la orilla, muy cerca del mar y de sus profundidades. Ese de anoche recoge la aventura vital de un poeta que vive de cara a la vida: las sábanas tendidas en un prado abierto, un grupo de chicos que trabajan sus cuerpos en el paseo marítimo, el perro que persigue a las palomas sin intención de atraparlas, la nieve que cae sobre el campo y que exige un caminar de otra manera son algunas de las imágenes y escenarios de esta poesía orientada al milagro cercano de la existencia, versos que no explican el mundo, sino que se empapan de él. Con un fondo enigmático y sereno, la mirada de Partal es la mezcla perfecta de sabiduría y de avidez, de trascendencia y de instinto, de silencio y de hambre.«Delicada y cruda, antigua y novísima, lírica y prosaica, esta poesía nos habla del ardor del deseo, del amor que otorga sentido y «ofrece desapego», de lo innecesario del acontecimiento, de cómo lo divino accede a manifestarse en el rojo de los tomates, y de la impotencia que a veces se esconde en las palabras. Mientras leemos estos poemas descarnados, conmovedores, sabemos ya que se quedarán por siempre a vivir con nosotros».
Piedad BonnettLa crítica ha dicho:
«Dios es bello y ama la belleza, dicen los místicos. Simón Partal nos lo recuerda en sus poemas. Son auténticos frescos mitológicos, tiernos y delicados rezos, celebraciones de la vida que nos susurran con firmeza que no hay nada que temer».
Oliver Laxe «Leo a Simón Partal para rascar la paz: con él salgo del after y llego al campo y respiro monte, árboles, tiempo, amor como fenómeno de la disponibilidad, amistad que me salva de la velocidad. Si pudiera, lo llevaría siempre en mi bolso: como esta antología, como un pintalabios con el que ponerme guapa solo para mí misma, cuando nadie me está mirando. Leo a Simón Partal para sentir en el cuerpo cómo crecen los rosales».
Lorena G. Maldonado, El Español