TAYLOR, ELIZABETH
Elizabeth Taylor pertenece a la hornada de autoras británicas nacidas a principios del siglo xx que se ocupan principalmente de retratar la vida doméstica de las mujeres de la clase media y alta, más inclinadas a la contención y la ironía sutil que a la ferviente exploración de los grandes temas. Se la ha comparado con Jane Austen y Virginia Woolf: a la primera, por su mirada incisiva y su ingenio; a la segunda, por la precisión con la que refleja la interioridad de sus personajes femeninos. La escritora británica posee un talento único para retratar y diseccionar los engaños y las autojustificaciones inherentes a las relaciones humanas, no solamente las sociales, también las de amistad, familia y matrimonio. Su prosa es lisa, sin accidentes, y al mismo tiempo deslumbrante; sus historias, fiel reflejo de la apacible vida de la propia autora, lugares en los se diría que no sucede nada extraordinario. Pero bajo esa apariencia de normalidad en la que todo parece funcionar correctamente, laten la confusión y el desorden, las verdades terribles que subyacen en la vida cotidiana. Como observadora, Taylor es implacable y, sin embargo, todos sus relatos tienen un trasfondo generoso, una resignación compasiva que amortigua su aparente distanciamiento de la comedia y el drama humanos. Los acontecimientos más insignificantes, las coincidencias más inesperadas desembocan en puntos de inflexión que parecen guardar semejanzas con algo que hemos vivido, con algún comportamiento del que hemos sido testigos.