PIEVANI, TELMO
Índice
Introducción
1 Darwin, antes de ser Darwin
En la habitación de Paley
Cómo «comerse» las pruebas de una teoría
Brota el árbol de la vida
Predicciones arriesgadas
Moluscos sin Dios
El «delito» se cumple
La hipótesis del «diseño» se vuelve inesperadamente superflua
Una revolución aún no metabolizada
El renacimiento fundamentalista de la teología natural
Un gélido viento interreligioso
2 Neocreacionistas al abordaje
Teoría y espantapájaros
Atentos a la cuña (de la verdad)
Las presuntas pruebas empíricas
Lo que tienen que decirnos los pinzones de Darwin
3 Una irreductible oscuridad
La complejidad cae en una trampa para ratones
La mística de la complejidad
Curiosos anacronismos
La cuarta ley de la termodinámica tendrá que esperar
Una inferencia del diseño perfectamente ilógica
¿Volaríais en un avión diseñado por Dembski?
4 Los últimos campeones de la posmodernidad
El neocreacionismo es muy políticamente correcto
Todo es ciencia, así que nada es ciencia
Una rehabilitación no solicitada
La declaración de guerra de Dawkins y la propuesta de paz de Pigliucci
Peligra el doble magisterio
Acto de devoción personal al dios de los espaguetis
¿Un nuevo paradigma en espera de confirmación?
5 La ciencia de la imperfección
De la estrategia de la cuña a la estrategia del margen
El diseño y el progreso
¿Quién necesita las causas finales?
La blasfemia del diseño inteligente
La diferencia del laico
Epílogo
La teoría de la evolución formulada por Darwin constituye el marco teórico ineludible en el que se inscriben todos los estudios de la biología contemporánea. La biología molecular, la paleontología, la ecología, la medicina, la antropología: ninguna de estas disciplinas tendría sentido fuera del corpus conceptual evolucionista. Desde sus primeras anotaciones escritas en los años treinta del siglo XIX, Charles Darwin tuvo claro que la suya era algo más que una teoría científica: era un «largo razonamiento» que socavaba los cimientos de la concepción providencialista del mundo y que incluía definitivamente al hombre en las leyes de la naturaleza. En los casi dos siglos que la separan de nuestros días, la teoría de la evolución se ha visto enriquecida por muchos nuevos datos y por una gran variedad de pruebas experimentales y empíricas. Darwin sigue funcionando. Pero desde siempre, ha habido quienes se oponen a él, tratando de desacreditar el darwinismo, acusándolo de una debilidad de la que carece o atribuyéndole hechos nefastos que le son totalmente ajenos. Con admirable claridad y buenas dosis de ironía, Pievani nos ayuda a comprender el trasfondo cultural de los nuevos creacionistas, defensores de un «diseño inteligente», bien condimentado con una salsa teo-con.