MATEO DÍEZ, LUIS
Será difícil encontrar un personaje tan disparatado e imprevisible como el protagonista de la primera de las historias recogidas en este volumen, la que da título al mismo. El personaje tiene una existencia atrabiliaria y desnortada, que suscita continuamente la atracción de la sorpresa y el peligro. Se trata de una vida incendiaria,en la que el descaro y el humor pueden, si nos descuidamos, hacernos arder las pestañas. El contraste es enorme con la segunda historia, en la que un tío invita a comer a dos sobrinos en un lujoso restaurante, y allí los muchachos descubrirán la existencia misteriosa de un hombre que confunde las ensoñaciones con los recuerdos. Una historia tan inquietante como emotiva y una atmósfera que no sólo marca la intensidad del relato sino la propia tonalidad con que está escrito. En la tercera historia, conocemos a dos seres que contraponen entre sí, con la tensión de un debate de ideas y sensaciones, algo tan secreto y sutil como puede ser el gusto de la infelicidad. Cierto desasiego melancólico alimenta el conocimiento de algo que todos experimentamos, el sabor de la desgracia, sin que los personajes pierdan la lucidez de su experiencia y la vitalidad de su comprensión, a la que acaso no sería difícil sumarnos. Finalmente, en la misma línea de contraste, que contribuye a que el volumen tenga la variedad con que el autor lo ideó, unas peculiares, estrambóticas y casi surrealistas memorias escolares. Una narración, que se emparenta con un impredecible ejercicio de ciencias naturales, en la que los escolares protagonistas, alumnos de un colegio de curas tolontinos, realizan un arduo aprendizaje, menos educativo de lo que debiera pero acaso no del todo inocuo para su destino personal, entre la subversión y la indefensión. Cuatro historias que identifican hasta lo insospechado el mundo y el estilo de Luis Mateo Díez, uno de los pocos narradores actuales que nunca dejan de sorprendernos.